Para no perderse en los laberintos, es recomendable marcar el recorrido con un ovillo de hilo o con migas de pan. O en su defecto, con un reguero de palabras. Nunca se sabe qué peligro acecha en cada encrucijada.
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(Foto de Beatriz Torres)
1 comentario:
Para no perderse en los laberintos, es mejor no entrar en ellos. Hay todo un mar de sabanas verdes en los que pastar libremente palabras como las suyas, y luego rumiarlas tranquilamente a la sombra y seguridad de una acacia en lo alto.
No hay temor, no se pierde nada en los espacios abiertos; al final no hay laberinto mas complejo que desconocernos.
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